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Por flamenquin

El PP incumple la ley al ocultar las condiciones de sus préstamos electorales

 


Información sobre préstamos electorales recogida en las cuentas anuales del PP de 2023.


Composición con Alberto Núñez Feijóo y capturas de las cuentas anuales del PP.

El Partido Popular (PP) financió su campaña de las últimas elecciones generales gracias a préstamos del Banco Sabadell, Abanca, BBVA y el Santander. Para las municipales de 2023 hizo lo mismo: firmó un crédito con cada una de esas cuatro entidades. ¿Cuántos intereses está pagando a esos bancos? No se sabe. El PP oculta la información, a pesar de que la ley de financiación de partidos obliga a que las formaciones políticas publiquen estos datos.

Tampoco se conoce cuándo acabará el partido de devolver esos préstamos y cuál fue la cantidad exacta que le entregó cada banco. El PP, al igual que el resto de formaciones, debe hacer público con qué entidad tiene suscritos créditos e indicar para cada uno de ellos "el importe otorgado, el tipo de interés y el plazo de amortización". Así lo establece el artículo 14 de la ley de financiación de partidos. La formación está, por tanto, incumpliendo la ley.

En sus últimas cuentas publicadas, relativas al ejercicio de 2023, el partido indica para sus deudas a corto plazo, en las que incluye los préstamos electorales, únicamente el banco y el importe que les quedaba por pagar en ese momento, pero no recoge ninguna referencia al tipo de interés, el plazo de amortización o el total de dinero que se les concedió en un origen. Esto sucede con los 14 préstamos electorales que el PP reconocía en 2023 tener pendientes de pago en ese momento. Entre todos ellos, al partido le faltaban por abonar 23,72 millones de euros.

Lo mismo ocurre con el resto de deudas a corto plazo. El PP recoge únicamente con qué entidad financiera la tiene, el tipo de deuda y el saldo que le queda por pagar, pero ni rastro del tipo de interés ni del plazo de amortización o la cantidad concedida en origen. En las cuentas de 2023 el PP recogía otras 33 deudas a corto plazo que sumaban un importe de 3,33 millones de euros más que aún quedaban por devolver. 

En total, el partido tenía con los bancos 27,04 millones de euros pendientes de abonar por deudas a corto plazo, pero ocultaba cuándo terminaría de devolverlas, cuánto dinero le habían dejado en un origen y qué intereses tenía pactados con las entidades. No es una información baladí. Los partidos políticos tienen permitido renegociar deudas con los bancos, pero es complicado que la ciudadanía pueda conocer estas situaciones si no se publican los periodos de amortización y los tipos de interés de los créditos, dos de las principales condiciones de un préstamo.

Demasiados préstamos

"Es muy importante que se conozca esta información porque uno de los problemas que tiene el modelo de financiación de partidos en España es el excesivo endeudamiento de los partidos y, por consiguiente, la excesiva dependencia de las entidades de crédito, lo que puede acabar condicionando sus políticas", explica a infoLibre Óscar Sánchez, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Valladolid.

El experto en financiación de partidos destaca que uno de los principales problemas es que, a pesar de que las formaciones políticas deben difundir esta información, "para la no publicación, no hay prevista ninguna sanción". "Lo ideal sería que informaciones como los préstamos o las donaciones se publicasen por los partidos prácticamente en tiempo real y que no hubiera que esperar", detalla.

En la misma línea se expresa Inés Olaizola, catedrática de Derecho Penal en la Universidad de Navarra y miembro del Consejo de Navarra, el órgano consultivo superior de esta comunidad autónoma. "Es fundamental que los partidos publiquen las condiciones de los préstamos, porque uno de los problemas más importantes que había antes de la modificación de la ley era el excesivo nivel de préstamos con condiciones completamente favorables". 

"Esto es peligroso porque puede dar lugar a que los partidos y Gobiernos se puedan ver completamente capturados por las entidades financieras. Por ello es importante que reciban los préstamos en las mismas condiciones que el resto de organizaciones. La ley actual prohíbe las condonaciones y establece que las condiciones del préstamo deben ser acordes con el mercado".

Sin explicaciones del PP

infoLibre lleva desde abril preguntando al PP por la falta de esta información sobre sus créditos electorales. Este medio incluso pidió copia al partido de los datos que faltaban. "Lo publicado es lo que hay, no hay nada más", respondieron desde Génova.

Este diario preguntó entonces por qué no se están publicando estos datos y por qué, debido a ello, se está incumpliendo la ley de financiación de partidos. La respuesta del PP: "No lo sabemos, no podemos decir nada".

Pero el incumplimiento del PP viene de lejos. El partido ha omitido esta información que le exige la ley durante siete años. Desde 2017, cuando comenzó a difundir en su web las cuentas anuales, hasta 2023. Las cuentas de 2024 aún no están disponibles.

Esta mala praxis con las deudas a corto plazo llama la atención porque la formación sí difunde estos detalles en sus préstamos a largo plazo. Aún así, esas deudas son bastante inferiores: en las cuentas de 2023 el PP reconocía 14,95 millones de euros por pagar en este tipo de préstamos. Lo pendiente a corto plazo era casi el doble.

Esta falta de información también impide comparar los créditos y condiciones del PP con los del resto de partidos. El incumplimiento no se da entre las otras formaciones. Incluso Vox ha publicado sobre su préstamo con el banco húngaro datos como el tipo de interés o el periodo de amortización.

infoLibre

Feijóo no tiene problemas en ser “deplorable”

 


13 de julio de 2025 08:41 h

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Esta es otra historia en la que hay que empezar con la célebre viñeta de Gila. Un tipo está apuñalando a un hombre. Le dice uno que tiene al lado: “No le des más puñaladas, hombre”. La respuesta: “Pues que deje de llamarme asesino”. Así se puso Alberto Núñez Feijóo en el pleno del miércoles, cuando le tocaba dar la réplica a la segunda intervención de Pedro Sánchez. Pásame la navaja, Tellado, que se la voy a clavar hasta la empuñadura. Así aprenderá a no llamarme asesino. Y allá fue, excitado como pocas veces se le ha visto. 

Sánchez le había recordado sus años de amistad con Marcial Dorado, además de todos los casos de corrupción en el PP en los años de Aznar y Rajoy. “Aspiran a borrarnos del mapa por tres personas y en el PP no se ha movido ni una silla por los 228 muertos de la DANA”, dijo. En el congreso del PP, Carlos Mazón se sintió reforzado por los aplausos de los delegados del PP valenciano y los abrazos de Tellado. Sánchez estuvo enérgico e hiriente, pero sus problemas políticos continúan siendo los mismos. Los socios le han dado una prórroga para que pase el verano. Nada más. Todos saben que no puede sobrevivir mucho tiempo en esta situación. Está a expensas de dos factores que no controla: la decisión que tomen sus socios y otros que ya no lo son sobre los próximos presupuestos y las revelaciones que salgan sobre Ábalos y Cerdán en la investigación judicial. 

Fuera producto de una estrategia meditada o de la furia repentina, Feijóo saltó como una fiera. “¿De qué prostíbulos ha vivido usted? ¡Es partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución!”. La legislatura ha llegado al punto de que el líder de la oposición acuse al presidente poco menos que de ser un proxeneta. Sin ningún dato nuevo. Se sabe desde hace años que el suegro de Sánchez, ya fallecido, era dueño de varios negocios denominados como “saunas gays”, aunque algunos les llaman “prostíbulos”. Es eso que se suele denominar “clubes de alterne”, que tienen su propia asociación en Madrid y que en el pasado se reunió con el Gobierno de Esperanza Aguirre durante la elaboración de la Ley de Espectáculos. En el ABC, se pudo leer este viernes que el padre de Begoña Gómez abandonó esos negocios cuando el yerno empezó a despuntar en política. 

Toda esa historia, o parte de ella, la publicó el ABC en 2022 y otros medios en años anteriores sin que entonces el PP quisiera meter la cuchara en el guiso. Tampoco dijo nada, por razones obvias, cuando se publicó que el comisario Villarejo se había reunido en 2014 con el secretario de Estado de Interior del Gobierno de Rajoy y le prometió que podían utilizarla para “matar políticamente” a Sánchez. Que es lo que se está intentando hacer ahora.

El jueves, el PP envío a su nueva portavoz parlamentaria, Ester Muñoz, a Antena 3 a lanzar unas cuantas paladas de cieno y dejar claro que el tema se ha convertido en una prioridad para el PP. En un ejemplo de eso que en la derecha llaman “opinión sincronizada” para atacar a los medios progresistas, el tema que ya estaba contado y que nadie se molestaba en reflotar apareció a partir del jueves en todos los medios conservadores, incluidos los que no necesitan muchas pruebas, una vez que el PP había marcado el camino.

Al día siguiente, Muñoz repitió en TVE y dejó una frase para la historia. Afirmó que utilizaban “informaciones periodísticas”, un concepto por el que cabe un portaaviones, y lo remató con una verónica: “No hace falta que haya pruebas absolutamente de nada”. La frase es osada. Un día antes, también sin pruebas, Muñoz ya sabía con total seguridad lo que había pasado en lugares donde nunca había estado: “No eran spas, sino prostíbulos con inmigrantes jóvenes y sexo de pago”. 

En los pasillos del Congreso, las fuentes habituales del PP anunciaron que van a fondo. “Esto es la guerra”. Como si lo de antes en el Parlamento hubiera sido un duelo regido por las normas más estrictas entre caballeros. “Se acabó la piedad con este hombre. Se acabó”. ¿Piedad? Pero si le han acusado de ser una amenaza para la democracia y de saberlo todo (“lo sabía y lo tapó”) desde el primer minuto de todos los casos de corrupción conocidos. Comparado con todo lo que ha dicho el PP sobre Sánchez desde los tiempos de Casado, el infierno de Dante sólo es una fila de chalés adosados con zonas verdes para los niños.

“El Gobierno da lecciones de decencia. Ha pedido la dimisión de Ayuso por vivir en una casa con su pareja”, dijeron esas fuentes. Resulta gracioso, porque la lógica del PP te lleva a afirmar que Isabel Díaz Ayuso es “partícipe a título lucrativo” del pisazo que ambos tienen pagado en parte gracias a los presuntos delitos fiscales del novio, delitos reconocidos por su abogado. Pero me da que el PP se inventará algo para no tener que hablar de Ayuso. Lo mismo te lanzas y al día siguiente tienes a Miguel Ángel Rodríguez segándote los pies a la altura del cuello.

Al conocerse los audios de la conversación de José Manuel Villarejo y Francisco Martínez, el PSOE presentó una denuncia por revelación de secretos. La Audiencia Nacional la rechazó en 2024 al no haber pruebas sobre el responsable de la filtración. Lo que sí dijeron los magistrados es que los negocios del suegro eran una “actividad privada lícita” y recriminaron la “deplorable utilización partidista” de este tipo de noticias.

Feijóo no tiene problemas en ser “deplorable”. El viernes, volvió a insistir, porque pretende convertirlo en un asunto personal contra Sánchez. Afirmó que “durante una época de su vida esa prostitución le vino bien en el ámbito personal y patrimonial”. Se basó en un artículo de Voz Pópuli de hace años que iba sin firma y que no contaba específicamente lo que decía Feijóo. 

Hay en todo esto un notable nivel de cinismo. A Feijóo le molesta que le recuerden sus años de amistad con Dorado. Yo creo que a estas alturas esa historia ya no le perjudica entre sus votantes, pero ha decidido que responderá al fuego con fuego. Claro que también a él le pueden contar que su amistad con Dorado le vino bien en el plano personal. Feijóo negó que esos años de relación fueran una amistad estrecha. La respuesta de Dorado tiempo después en La Sexta lo dice todo: “Duele, duele, pero si duermes en mi casa, si mi mujer te hace el desayuno... Eso no es estrecha ni es ancha ni es cónica ni es cuadrada”.

Esa frase no supera a la que ofreció el propio Feijóo en rueda de prensa sobre sus vacaciones juntos: “Creo que no fui a Andorra. Parece ser que eran los Picos de Europa. Sí que había nieve”. Maravilloso. Al final, Dorado fue condenado por la otra nieve.

Como digo, es una historia antigua. Pero Feijóo ha abierto una puerta por la que se pueden colar muchas cosas. A ese juego puede jugar todo el mundo. Siempre pueden apelar a “informaciones periodísticas”, como decía Muñoz. Como bien sabe Ayuso, la otra partícipe a título lucrativo, Maserati incluido. 

La libertad de expresión no tiene nada que ver con el acoso

Decenas de periodistas protestan en febrero contra las amenazas e insultos en redes promovidos por agitadores ultras acreditados en el Congreso.

Esta semana, el Congreso rechazó las enmiendas a la totalidad del PP y Vox a la reforma del reglamento de la Cámara con el que se pretende añadir unas normas básicas de conducta a los medios de comunicación acreditados. Antes de que alguien empiece a temer por la libertad de expresión, hay que decir que la inmensa mayoría de los periodistas las respeta y que sus relaciones con políticos y personal del Congreso suelen ser bastante civilizadas. 

La reforma ha sido solicitada de forma insistente por la Asociación de Periodistas Parlamentarios después de muchos incidentes protagonizados por Vito Quiles y Bertrand Ndongo. Columnistas de derecha lo achacan a un intento de acallar a los periodistas que hacen “preguntas incómodas” al Gobierno. Este argumento, que también ha suscrito un grupo de jueces tuiteros, me resulta divertido, porque supone tachar de cobardes e ineptos a los periodistas de ABC, El Mundo o El Confidencial por no hacer esas preguntas. 

Evidentemente, esos periodistas y otros ya hacen “preguntas incómodas”. Lo que no hacen es boicotear las ruedas de prensa de los partidos de izquierda (como hizo Ndongo, de Periodista Digital, en mayo y se puede apreciar en este vídeo). Ni se presentan a las elecciones en la lista de Alvise Pérez (como Quiles, que trabaja para EDATV, de Javier Negre) o le acompañan en los mítines aplaudiendo sus intervenciones. Ni tienen como misión provocar situaciones ridículas y grabarlas en vídeo. Ni mucho menos insultan a otros periodistas ni les llaman vendidos al Gobierno. Ni les hacen fotos que suben a las redes sociales para que usuarios ultras les insulten. 

Me da igual que los llamen agitadores o camorristas. Lo que cuenta es lo que hacen. Frente a los que dicen que hay que defender también la libertad de expresión de aquellos a los que desprecias, qué puedo decir yo que escribí con gran elegancia la frase: “A veces es difícil aceptar que también los hijoputas tienen derecho a la libertad de expresión”. La libertad de expresión existe para todos, no sólo para los periodistas, pero no tiene nada que ver con el acoso y los insultos ni con impedir que prosiga una rueda de prensa organizada por un grupo parlamentario.

A los que critican la reforma, esto es lo que ha respondido una periodista: “Les invitaría a que extrapolasen las situaciones de acoso y hostigamiento laboral que sufrimos (los periodistas parlamentarios) a la empresa privada/pública en la que trabajen. No durarían ni un día, aquí llevan ya cuatro años”.

Sobre la oposición del PP y Vox a esa reforma, la razón está clara: a ellos no se lo hacen.

Los periodistas no son las únicas víctimas. El Congreso concedió la acreditación a medios como el de Negre que ahora se dedican a intimidar a los diputados y hacer circular su imagen con la única intención, y así lo reconocen, de que sean acosados en la calle. De forma “educada”, dicen.


eldiario.es

Sánchez ni puede ni debe irse

 


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En ‘Franco: el dictador que moldeó un país’ (Debate), el periodista e hispanista Giles Tremlett, señala que quizá el legado más dañino que ha dejado el franquismo haya sido la corrupción. En esta recomendable biografía se apunta cómo el nepotismo y las corruptelas que imperaban en el seno del régimen han perdurado hasta nuestros días. El ‘favor’ al familiar, al amigo, al familiar del amigo, al amigo del amigo y así hasta construir árboles genealógicos para colocar a afines en cargos públicos sigue sin dar miedo suficiente y ni tan siquiera la vergüenza que debería.

Del nepotismo a la corrupción se salta más rápido de lo que pueda parecer. El lapidario que, a partir de grabaciones recogidas en sumarios, retrata ese legado es extenso. Una de las frases imposibles de olvidar es la del que fuera presidente de la Diputación de Valencia y del PP provincial, Alfonso Rus, contando, dentro de un coche, 12.000 euros en comisiones procedentes de un constructor: “Correcto ahí hay un millón... Aquí hay un millón más. Que hay 24.000 ahí..., 3.000, 4.000, 5.000, 6.000,... 12.000 euros, dos millones de pelas”.

Sin movernos de Valencia ni del PP hay otra memorable. Vicente Sanz, que fue también secretario general del partido allí, le confesaba a Eduardo Zaplana que estaba en política para forrarse. El verbo es el que utilizó él en una frase que aparece en una grabación judicial del caso Naseiro. El que fuera ministro de Trabajo le contestaba sin disimulo: “Tú pides la comisión… y luego nos la repartimos bajo mano”. Zaplana, un ministro de Aznar. Como Matas y Rato. Hay que recordarlo porque escuchar estos días al expresidente dar lecciones de moralidad y pronosticar “cárcel” para Sánchez demuestra lo que ya sabíamos y es que sigue vocalizando mal y teniendo muy poca vergüenza.

Algo parecido le pasa a Felipe González porque no solo comparte bronceado con Aznar. También acumula episodios en su pasado que le obligarían a una mayor humildad, una cualidad de la que siempre careció y que tampoco ha cultivado con el paso de los años. En su época se acuñó el concepto de cultura del pelotazo y ha olvidado que, como se ironizaba al final de su etapa, Roldán, el jefe de los guardias civiles huyó con el dinero, y Mariano Rubio, el jefe del dinero, acabó entre dos guardias.

Así que medio siglo después de la muerte del dictador seguimos con titulares que vinculan la obra pública de toda la vida con contratos bajo sospecha. O pelotazos, nada menos que durante una pandemia, con fraudes fiscales y el ático de una presidenta que nadie sabe cómo se ha pagado. El españolito al que cantaba Sabina, ese que veía y aún ve la tele, asiste atónito, defraudado o cabreado, irá por barrios, a carruseles en los que se entremezclan informaciones veraces con rumores o incluso falsedades mientras opinan analistas que merecen ese calificativo y otros que se limitan a repetir argumentarios de partidos.

Aunque se guarde de dar detalles, sabemos qué ofrece Feijóo a sus votantes: un regreso al aznarismo, una visión miope y provinciana de España y un modelo económico que hará felices a las rentas más altas. Y pese a marear a los periodistas, el PP ha dejado claro que si tiene que pactar con Vox lo hará (tampoco es que hubiese muchas dudas). Es una diferencia interesante respecto a Sánchez o cualquier otro candidato socialista. El PSOE nunca tendrá a Abascal como socio, ni dentro ni fuera del Gobierno. En un momento en que la extrema derecha europea intenta no usar la palabra “remigración” porque les parece excesiva, Vox se abraza a conceptos como este. Solo es el último ejemplo que prueba que la de aquí es tan o más casposa y peligrosa que el resto.

Abascal y Aznar no se lo ponen fácil a Feijóo para superar sus disparates aunque el líder del PP está dando muestras de que se aplicará para no quedarse atrás. Quienes quisieron escuchar un discurso centrado y centrista hace una semana en la clausura del congreso del partido igual no prestaron toda la atención necesaria. En su intervención en el pleno del miércoles, solo tres días después, demostró que su táctica no será otra que la del navajazo y el ataque personal. Vamos, que no es que solo su fiel Tellado sea así. Es que todos van a ser como Tellado.

Ahora bien, el mal menor no puede ser la única propuesta del PSOE ni la de sus socios porque sería tanto como asumir que la legislatura ya está muerta y que no hay nada que ofrecer a un electorado que pese al cabreo se resiste a pensar que no hay alternativa a la derecha y extrema derecha. Parece que Sánchez ha empezado a entenderlo y que está dispuesto a volver a levantarse. O al menos a intentarlo a falta de que nuevas revelaciones judiciales den al traste definitivamente con sus planes.

El debate de este miércoles no era formalmente una cuestión de confianza, pero en la práctica hay que entenderlo como tal. Y Sánchez lo superó. El presidente no puede irse y a sus socios, en el Gobierno y en el Parlamento, no les conviene que lo haga, a menos que se demostrase que estamos ante un caso de financiación ilegal de su partido. A fecha de hoy, en el PSOE no hay un candidato que ni tan siquiera le haga sombra. Además, algunos cargos veteranos recuerdan que la renuncia de Zapatero a repetir en 2011 perjudicó aún más a los socialistas, cuyas expectativas, entonces como ahora, eran también aciagas.

Hace años, antes de que Sánchez se convirtiese en secretario general del PSOE, un dirigente resumía en una conversación informal cuál era la manera de mantenerse a flote en un partido: orden, disciplina y fe ciega en el mando. Me temo que es una receta exportable a la mayoría de formaciones viendo cómo los hiperliderazgos han acabado imponiéndose. Pero los partidos no son iglesias ni los militantes son feligreses. Tampoco los votantes. Y aún menos los de izquierdas que aspiran a una sociedad más igualitaria y un gobierno que no confunda democracia con plutocracia.

Crear una agencia anticorrupción (esperemos que con más competencias y medios que las que sobreviven en las autonomías), endurecer las condenas por los delitos contra la administración pública, duplicar los plazos de prescripción para evitar que los casos caduquen o intentar impedir que las empresas que hayan participado en casos de corrupción accedan a concursos públicos son medidas que van en el sentido correcto aunque los expertos en transparencia avisan de que se quedan cortas y que algunas, por ejemplo las referentes a las empresas, no serán tan fáciles de aplicar como pueda parecer.

Pero además es imprescindible que el Gobierno y sus socios se planteen qué alternativa ofrecen a una alianza de la derecha y la extrema derecha. Al Ejecutivo le corresponde liderarla, pero si los socios parlamentarios no arriman el hombro (y eso implica también la voluntad de sacar adelante proyectos como los presupuestos) solo se prolongará la agonía mientras se va llenando el saco de votos de Abascal.

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