diumenge, 13 de juliol del 2025

Feijóo no tiene problemas en ser “deplorable”

 


13 de julio de 2025 08:41 h

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Esta es otra historia en la que hay que empezar con la célebre viñeta de Gila. Un tipo está apuñalando a un hombre. Le dice uno que tiene al lado: “No le des más puñaladas, hombre”. La respuesta: “Pues que deje de llamarme asesino”. Así se puso Alberto Núñez Feijóo en el pleno del miércoles, cuando le tocaba dar la réplica a la segunda intervención de Pedro Sánchez. Pásame la navaja, Tellado, que se la voy a clavar hasta la empuñadura. Así aprenderá a no llamarme asesino. Y allá fue, excitado como pocas veces se le ha visto. 

Sánchez le había recordado sus años de amistad con Marcial Dorado, además de todos los casos de corrupción en el PP en los años de Aznar y Rajoy. “Aspiran a borrarnos del mapa por tres personas y en el PP no se ha movido ni una silla por los 228 muertos de la DANA”, dijo. En el congreso del PP, Carlos Mazón se sintió reforzado por los aplausos de los delegados del PP valenciano y los abrazos de Tellado. Sánchez estuvo enérgico e hiriente, pero sus problemas políticos continúan siendo los mismos. Los socios le han dado una prórroga para que pase el verano. Nada más. Todos saben que no puede sobrevivir mucho tiempo en esta situación. Está a expensas de dos factores que no controla: la decisión que tomen sus socios y otros que ya no lo son sobre los próximos presupuestos y las revelaciones que salgan sobre Ábalos y Cerdán en la investigación judicial. 

Fuera producto de una estrategia meditada o de la furia repentina, Feijóo saltó como una fiera. “¿De qué prostíbulos ha vivido usted? ¡Es partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución!”. La legislatura ha llegado al punto de que el líder de la oposición acuse al presidente poco menos que de ser un proxeneta. Sin ningún dato nuevo. Se sabe desde hace años que el suegro de Sánchez, ya fallecido, era dueño de varios negocios denominados como “saunas gays”, aunque algunos les llaman “prostíbulos”. Es eso que se suele denominar “clubes de alterne”, que tienen su propia asociación en Madrid y que en el pasado se reunió con el Gobierno de Esperanza Aguirre durante la elaboración de la Ley de Espectáculos. En el ABC, se pudo leer este viernes que el padre de Begoña Gómez abandonó esos negocios cuando el yerno empezó a despuntar en política. 

Toda esa historia, o parte de ella, la publicó el ABC en 2022 y otros medios en años anteriores sin que entonces el PP quisiera meter la cuchara en el guiso. Tampoco dijo nada, por razones obvias, cuando se publicó que el comisario Villarejo se había reunido en 2014 con el secretario de Estado de Interior del Gobierno de Rajoy y le prometió que podían utilizarla para “matar políticamente” a Sánchez. Que es lo que se está intentando hacer ahora.

El jueves, el PP envío a su nueva portavoz parlamentaria, Ester Muñoz, a Antena 3 a lanzar unas cuantas paladas de cieno y dejar claro que el tema se ha convertido en una prioridad para el PP. En un ejemplo de eso que en la derecha llaman “opinión sincronizada” para atacar a los medios progresistas, el tema que ya estaba contado y que nadie se molestaba en reflotar apareció a partir del jueves en todos los medios conservadores, incluidos los que no necesitan muchas pruebas, una vez que el PP había marcado el camino.

Al día siguiente, Muñoz repitió en TVE y dejó una frase para la historia. Afirmó que utilizaban “informaciones periodísticas”, un concepto por el que cabe un portaaviones, y lo remató con una verónica: “No hace falta que haya pruebas absolutamente de nada”. La frase es osada. Un día antes, también sin pruebas, Muñoz ya sabía con total seguridad lo que había pasado en lugares donde nunca había estado: “No eran spas, sino prostíbulos con inmigrantes jóvenes y sexo de pago”. 

En los pasillos del Congreso, las fuentes habituales del PP anunciaron que van a fondo. “Esto es la guerra”. Como si lo de antes en el Parlamento hubiera sido un duelo regido por las normas más estrictas entre caballeros. “Se acabó la piedad con este hombre. Se acabó”. ¿Piedad? Pero si le han acusado de ser una amenaza para la democracia y de saberlo todo (“lo sabía y lo tapó”) desde el primer minuto de todos los casos de corrupción conocidos. Comparado con todo lo que ha dicho el PP sobre Sánchez desde los tiempos de Casado, el infierno de Dante sólo es una fila de chalés adosados con zonas verdes para los niños.

“El Gobierno da lecciones de decencia. Ha pedido la dimisión de Ayuso por vivir en una casa con su pareja”, dijeron esas fuentes. Resulta gracioso, porque la lógica del PP te lleva a afirmar que Isabel Díaz Ayuso es “partícipe a título lucrativo” del pisazo que ambos tienen pagado en parte gracias a los presuntos delitos fiscales del novio, delitos reconocidos por su abogado. Pero me da que el PP se inventará algo para no tener que hablar de Ayuso. Lo mismo te lanzas y al día siguiente tienes a Miguel Ángel Rodríguez segándote los pies a la altura del cuello.

Al conocerse los audios de la conversación de José Manuel Villarejo y Francisco Martínez, el PSOE presentó una denuncia por revelación de secretos. La Audiencia Nacional la rechazó en 2024 al no haber pruebas sobre el responsable de la filtración. Lo que sí dijeron los magistrados es que los negocios del suegro eran una “actividad privada lícita” y recriminaron la “deplorable utilización partidista” de este tipo de noticias.

Feijóo no tiene problemas en ser “deplorable”. El viernes, volvió a insistir, porque pretende convertirlo en un asunto personal contra Sánchez. Afirmó que “durante una época de su vida esa prostitución le vino bien en el ámbito personal y patrimonial”. Se basó en un artículo de Voz Pópuli de hace años que iba sin firma y que no contaba específicamente lo que decía Feijóo. 

Hay en todo esto un notable nivel de cinismo. A Feijóo le molesta que le recuerden sus años de amistad con Dorado. Yo creo que a estas alturas esa historia ya no le perjudica entre sus votantes, pero ha decidido que responderá al fuego con fuego. Claro que también a él le pueden contar que su amistad con Dorado le vino bien en el plano personal. Feijóo negó que esos años de relación fueran una amistad estrecha. La respuesta de Dorado tiempo después en La Sexta lo dice todo: “Duele, duele, pero si duermes en mi casa, si mi mujer te hace el desayuno... Eso no es estrecha ni es ancha ni es cónica ni es cuadrada”.

Esa frase no supera a la que ofreció el propio Feijóo en rueda de prensa sobre sus vacaciones juntos: “Creo que no fui a Andorra. Parece ser que eran los Picos de Europa. Sí que había nieve”. Maravilloso. Al final, Dorado fue condenado por la otra nieve.

Como digo, es una historia antigua. Pero Feijóo ha abierto una puerta por la que se pueden colar muchas cosas. A ese juego puede jugar todo el mundo. Siempre pueden apelar a “informaciones periodísticas”, como decía Muñoz. Como bien sabe Ayuso, la otra partícipe a título lucrativo, Maserati incluido. 

La libertad de expresión no tiene nada que ver con el acoso

Decenas de periodistas protestan en febrero contra las amenazas e insultos en redes promovidos por agitadores ultras acreditados en el Congreso.

Esta semana, el Congreso rechazó las enmiendas a la totalidad del PP y Vox a la reforma del reglamento de la Cámara con el que se pretende añadir unas normas básicas de conducta a los medios de comunicación acreditados. Antes de que alguien empiece a temer por la libertad de expresión, hay que decir que la inmensa mayoría de los periodistas las respeta y que sus relaciones con políticos y personal del Congreso suelen ser bastante civilizadas. 

La reforma ha sido solicitada de forma insistente por la Asociación de Periodistas Parlamentarios después de muchos incidentes protagonizados por Vito Quiles y Bertrand Ndongo. Columnistas de derecha lo achacan a un intento de acallar a los periodistas que hacen “preguntas incómodas” al Gobierno. Este argumento, que también ha suscrito un grupo de jueces tuiteros, me resulta divertido, porque supone tachar de cobardes e ineptos a los periodistas de ABC, El Mundo o El Confidencial por no hacer esas preguntas. 

Evidentemente, esos periodistas y otros ya hacen “preguntas incómodas”. Lo que no hacen es boicotear las ruedas de prensa de los partidos de izquierda (como hizo Ndongo, de Periodista Digital, en mayo y se puede apreciar en este vídeo). Ni se presentan a las elecciones en la lista de Alvise Pérez (como Quiles, que trabaja para EDATV, de Javier Negre) o le acompañan en los mítines aplaudiendo sus intervenciones. Ni tienen como misión provocar situaciones ridículas y grabarlas en vídeo. Ni mucho menos insultan a otros periodistas ni les llaman vendidos al Gobierno. Ni les hacen fotos que suben a las redes sociales para que usuarios ultras les insulten. 

Me da igual que los llamen agitadores o camorristas. Lo que cuenta es lo que hacen. Frente a los que dicen que hay que defender también la libertad de expresión de aquellos a los que desprecias, qué puedo decir yo que escribí con gran elegancia la frase: “A veces es difícil aceptar que también los hijoputas tienen derecho a la libertad de expresión”. La libertad de expresión existe para todos, no sólo para los periodistas, pero no tiene nada que ver con el acoso y los insultos ni con impedir que prosiga una rueda de prensa organizada por un grupo parlamentario.

A los que critican la reforma, esto es lo que ha respondido una periodista: “Les invitaría a que extrapolasen las situaciones de acoso y hostigamiento laboral que sufrimos (los periodistas parlamentarios) a la empresa privada/pública en la que trabajen. No durarían ni un día, aquí llevan ya cuatro años”.

Sobre la oposición del PP y Vox a esa reforma, la razón está clara: a ellos no se lo hacen.

Los periodistas no son las únicas víctimas. El Congreso concedió la acreditación a medios como el de Negre que ahora se dedican a intimidar a los diputados y hacer circular su imagen con la única intención, y así lo reconocen, de que sean acosados en la calle. De forma “educada”, dicen.


eldiario.es

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