Por los 7291 fallecidos en las residencias para personas mayores de la Comunidad de Madrid, a los que se negó desde la administración pública madrileña un trato igualitario respecto al resto de ciudadanos. Fueron abandonados a su suerte. El Protocolo de la Vergüenza prohibió que fuesen derivados a los hospitales, con lo que prácticamente se los sentenciaba, como demostró la Comisión Ciudadana por la Verdad. Una comisión de la gente, porque la presidenta de la Comunidad de Madrid ha cerrado la puerta a cualquier investigación política sobre lo ocurrido. No impedirá que las familias de los fallecidos la lleven a los tribunales, algo para lo que el PSOE ha ya declarado públicamente que está a disposición de todos los que sufrieron el horror provocado por quien jugó a ser Dios.
Por la tolerancia ante los casos de corrupción, marca de la casa Partido Popular. Ahí sigue su número tres, Ana Millán, imputada y acusada por cargos gravísimos, sin dimitir de sus responsabilidades institucionales ni en el partido, y sin que nadie le abra un expediente. Queda tiempo. En el caso de Bárcenas tardaron cuatro años. Los socialistas actuamos con contundencia en cinco días, pero para la Brunete mediática eso no es nada. Sin embargo, Ana Millán no ocupa papel, ni aparece en digitales. Quien paga, manda, y si te mueves recibes la llamada del jefe de gabinete de Ayuso, diciendo que te va a “triturar” y que tu medio de comunicación “va a tener que cerrar”. “Idiotas”, concluye el siniestro personaje la conversación vía WhatsApp. Quien paga, manda, y menos mal que algunos resisten haciendo honor a la profesión periodística, no publicando además los bulos que llegan desde la órbita del Sol.
Por el alma (política) de Pablo Casado, al que Alberto Núñez Feijóo sustituyó por orden de la jefa. Casado, que se atrevió a denunciar lo que probablemente no era ni ético ni estético, que el hermano de Ayuso hubiese vendido mascarillas a la Comunidad de Madrid en lo peor de la pandemia. La horda rodeó Génova (sede del PP), y los que otrora adulaban a Casado en el grupo de WhatsApp, clavaron los puñales sin un solo remordimiento. Ahí tienen a Cuca Gamarra. Cuidado Feijóo, Cuca siempre guarda una daga más.
Y porque queremos saberlo todo sobre lo que rodea a su entorno más cercano. Tenemos derecho. Pagamos su sueldo. Queremos saber, porque hasta la fecha solo escuchamos medias verdades o insultos al presidente Sánchez. Pero ni una sola explicación. Déjenos saber, Sr. Presidenta Ayuso. Cuéntenoslo todo, y así podremos juzgar si es usted válida para el cargo o, por el contrario, como muchos pensamos, le viene grande. Y aunque solo sea por sus silencios, o por sus atropelladas explicaciones de Barrio Sésamo: dimita. Y D. Alberto Núñez Feijóo, ponga orden en su partido. Ya. Pida a Ayuso que deje el cargo, si es que puede. Demuestre la autoridad que nunca se ha visto, y pierda el miedo a la jefa.
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