diumenge, 24 d’agost del 2025

Pero ¿tienen conciencia?

 Cuando se miran en el espejo Feijóo, Ayuso, Bendodo, Tellado, Mazón, Mañueco, y toda la élite del PP, ¿tienen un segundo siquiera para escuchar a su conciencia, sus mentiras, irresponsabilidades, maledicencias, infinitas trampas? ¿Y sus medios?

Rosa María Artal

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto al vicesecretario de Coordinación Autonómica, Local y Análisis Electoral del PP, Elías Bendodo
22 de agosto de 2025 22:25 h

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“No hay historia más cruel que la que escribe uno mismo, ya que no hay conciencia que la cambie ni mente que la olvide”. ElDiario.es publicaba el sábado, en medio del puente de agosto, una impactante Tribuna Abierta de Ghaleb Jaber Ibrahim, médico palestino, presidente de la Fundación Araguaney/Puente de Culturas: El implacable poder de la conciencia. Hablaba de Israel, para situarnos ante la maldad mayúscula cuando el individuo que la perpetra se queda a solas consigo mismo. Porque, como dice Jaber Ibrahim, “cuando la conciencia se manifiesta suele hacerlo en la intimidad y por ello no es fácil detectar las crisis que sufren los farsantes”.

Creo que merece la pena ahondar en este asunto clave en el momento actual. Los brutales crímenes del gobierno de Netanyahu puede que sean, ahora, la máxima manifestación de la crueldad contra seres humanos, pero no la única; de hecho, es una tendencia de la que debemos ser conscientes para intentar atajarla. Porque tiene muchas extensiones, incluida la dañina corrupción y las mentiras para lograr objetivos.

La respuesta fácil es decir que quienes cometen atrocidades no tienen conciencia, pero eso no basta: demasiado simple. El autor de la Tribuna, asentado en España, en Santiago de Compostela, mantiene la sugerente idea de que los malvados no escapan a su conciencia. Y es una poderosa tentación creerlo. Imaginar sus momentos solitarios, los del soldado israelí cuando los niños palestinos enterrados vivos recobran la imagen en la que él los metió en esa hondonada y les tapó todo oxígeno que pudiera llegarles. Algunos miembros del ejército de Netanyahu han dado muestras de horror por lo perpetrado; otros, la mayoría, se han felicitado de sus acciones. Al parecer existe un mirador donde simples ciudadanos pueden contemplar el espectáculo de los asesinatos directamente, mientras se hacen fotos y toman refrescos. Al menos es lo que muestra un reportaje de la BBC. Es una tentación suponer que tienen conciencia todos ellos, los ideólogos, los autores materiales y los cómplices de todo tipo.Y también un mínimo asomo de castigo en justicia al verse ellos mismos como son.

Es incuestionable la iniquidad máxima que despliega Netanyahu en Gaza y Cisjordania, y Trump en cuanto a su terrible mandato. Y la de sus cómplices políticos que callan o comprenden lo incomprensible. Les advierte también el autor de “El implacable poder de la conciencia” a “los detentadores del poder político que creen en la absolución de sus pecados apelando a que siempre tuvieron dudas y que tenía que haber pasado otra cosa”. Sobre ellos dice Ghaleb Jaber Ibrahim: “Cuando se den cuenta de que la opción contraria a apoyar era condenar y que no lo hicieron, no habrá posibilidad de retorno en los hechos ni en la conciencia”.

¿Qué sentirá en la intimidad de su casa Von der Leyen y cada uno de los líderes europeos ante lo que se está haciendo en Gaza? ¿Y en Ucrania? Incorporemos aquí a Rutte, el flamante jefe de la OTAN. ¿Y en la propia Europa en donde han dejado a los ciudadanos a los pies de los caballos de Trump con el ominoso acuerdo de los aranceles? ¿Y sobre lo que ocurre en Afganistán? Nos hemos olvidado por completo del tapiado en vida de sus mujeres. ¿Sentirán algo “cuando se den cuenta” de lo que no han hecho?

El fascismo en alza, pleno de egoísmo y deshumanización, está infligiendo daños graves también a los migrantes, en numerosos países y en diversa intensidad según el grado de alejamiento del blanco de la piel que tienen como modelo. Malo será que no haya un solo instante en que no se avergüencen de sí mismos. Uno solo.

Como algunos lectores habrán supuesto si nos plantamos ante el poder de la conciencia no podemos dejar fuera a los hechos que están sucediendo en España, los que se reeditan una y otra vez de una malignidad suprema. Ayudan a entender mejor la cuestión en sí, por proximidad siquiera. Cuando se miran en el espejo de ellos mismos Feijóo, Ayuso, Bendodo, Tellado, Muñoz, Mazón, Mañueco, y toda la élite del PP. ¿Tienen un segundo siquiera para escuchar a su conciencia, sus mentiras, irresponsabilidades, maledicencias, infinitas trampas? ¿Recuerdan lo que les enseñaron, en su caso, sus padres? ¿Se les ocurre pensar cómo les juzgarán sus hijos? Podría ser incluso que se rían de los incautos que les creen o del daño que causan a sus enemigos políticos. ¿O experimentan un atisbo de vergüenza, de conciencia? ¿Es posible que ni una sola noche haya sentido Ayuso la angustia de los 7291 ancianos muertos asfixiados, diga lo que diga su benévola justicia, viéndose a sí misma o a sus seres queridos en esa tesitura?

¿Tienen de hecho conciencia, un átomo siquiera, quienes incumplen sus responsabilidades en las tragedias y descargan sus culpas sobre el gobierno con la impunidad que les caracteriza? ¿La tienen los jueces que actúan por motivaciones políticas incluso sin pruebas? ¿Y los que callan al verlo? ¿Y el órgano superior de los jueces tan peculiar en sus expedientes? ¿Y los medios? ¿No se les revuelve algo el estómago cuando despedazan personas para mayor bien del Partido Popular al que sirven en lugar de hacer posible el derecho a la información de ciudadanos? ¿No se avergüenzan en la intimidad de publicitar tan obscenamente gruesas mentiras? Y a los autores ¿no les abochorna firmarlas?

El expresidente del Gobierno, José María Aznar,  2025

¿Tiene conciencia quien, tras meternos en la guerra de Irak de tan nefastas consecuencias, se lanza con notable éxito a pedir que quien pueda hacer algo contra el gobierno lo haga? ¿Y quien pudiendo pararlo en justicia, en derecho, no mueve un dedo y hace al no hacer?

¿Y los ciudadanos? Hay una buena parte que ya pasa por alto la ineficacia nociva y todo tipo de engaños aunque incluso sean víctimas de ellos, está ocurriendo con los incendios. Que carga culpas indiscriminadas solo porque le sale de las tripas, sin pensar ni en hoy ni en mañana. En la escala ascendente de la ignominia ya hay quien denigra a seres humanos por venir de otro país, quien cierra los ojos a los que se traga el mar, a los que pisotea Donald Trump… ¿cuánto queda para apretar el gatillo o soltar la espoleta contra niños y adultos en Gaza o quitarles el agua y la comida de la boca? Una vez que se entra en la iniquidad ¿dónde se para?

A pesar de los fanatismos con que se autojustifican todo, o de las excusas que cada uno se busca, sería reconfortante saber que la conciencia no ha desaparecido, que sí hay momentos de luz en las tinieblas de los malvados y de los tibios. De luz, o de miedo. La tortuosa cabeza del hoy presidente estadounidense que hasta anda ya patrullando las calles en busca de delincuentes o de argollas mentales para los ciudadanos, ha declarado en una entrevista en Fox que quiere el Nobel de la Paz pero también asegurarse de que tras su muerte irá al cielo. ¿Se hacen idea?

eldiario.es

Gestionar catástrofes

 


23 de agosto de 2025 22:02 h

Bomberos de cuatro patas: la ganadería que se extingue mientras España arde

 


Felipe Molina, responsable de la ganadería Las Albaidas
La presencia de ganado en el territorio puede reducir hasta en un 40% la masa vegetal inflamable. Si bien esto no evita por completo la aparición de incendios, sí contribuye a frenar su propagación y facilita su control. De forma ilustrativa, un rebaño de 400 ovejas es capaz de mantener limpias unas 100 hectáreas al año, disminuyendo la altura y densidad de los matorrales.
Molina advierte que, si continúa el abandono del pastoreo, los incendios forestales tenderán a ser más intensos y prolongados, pudiendo evolucionar hasta convertirse en incendios de sexta generación. Estos fuegos, capaces de crear sus propias condiciones extremas, se distinguen por una virulencia excepcional y suponen un riesgo crítico tanto para los ecosistemas como para las comunidades rurales y sus economías.
El testimonio de Felipe Molina y la realidad de fincas como Las Albaidas evidencian que el declive de este oficio no solo es una pérdida económica y cultural, sino la renuncia a una herramienta vital de prevención. El coste de la extinción y restauración de un monte calcinado se mide en miles de euros, una inversión que contrasta con el coste de un manejo preventivo que mantienen vivo un ecosistema y un modo de vida.
cordopolis.eldiario.es

LA TROLA PER ESPOLSAR-SE LA RESPONSABILITAT I DISSIMULARAR L´INEPTITUD

 

El ‘incendio’ llega a las redes: el peligro de institucionalizar los bulos

Las 'fake news' y la desinformación de estos días muestran un cambio de paradigma en política que ya se vio con la dana o el covid: “Los partidos se han sumado al nuevo ecosistema en lugar de combatirlo y no se dan cuenta de que van a perder”

Feijóo, con Alfonso Rueda, en los incendios de Ourense.

Feijóo, con Alfonso Rueda, en los incendios de Ourense. / Rosa Veiga/EP

València

Del parking de Bonaire donde supuestamente se acumulaban cientos de cadáveres tras la dana del pasado 29 de octubre (no se encontró ni un cuerpo) al mapa de minas de tierras raras que coincide (no de forma causal sino casual) con las zonas más afectadas por los devastadores incendios de este mes de agosto en el noroeste de España. Tanto da si es a lomos del barro o del humo, los bulos y la desinformación vuelven a campar a sus anchas, sobre todo en las redes sociales, ante una nueva catástrofeerosionando a su paso la confianza de la ciudadanía en las instituciones y sus servicios públicos.

En los últimos tiempos, además, ha surgido un problema añadido, de cuño trumpista: la desinformación que emana también de algunas administraciones, generando más ruido mediático y complicando más si cabe que la población pueda discernir qué información es veraz y cuál no. Se vio en la batalla del relato del 29-O, cuando se llegó a filtrar un audio manipulado entre dos técnicas de Aemet y el 112 a medios afines y posteriormente el Consell agitó esa información averiada, con el president Carlos Mazón a la cabeza.

“No voy a consentir que nadie intente reescribir la historia de la gestión que se ha hecho", decía este miércoles la directora general de Protección Civil del Gobierno, Virginia Barcones. Parece que esta vuelve a ser la cuestión estos días. “La duda y la desconfianza generan un clima que cuestiona el relato, de datos y de hechos. Con esta estructura de bulos y desinformación (también oficial) el debate se queda ahí, en la polarización y el hastío, y no se entra a la gestión de la política pública, que es lo importante”, apunta la profesora de Ciencia Política de la UV, Aída Vizcaíno. Este miércoles, por ejemplo, trascendió que Castilla y León, gobernada por el PP, tenía medios estatales infrautilizados mientras pedía más recursos al Gobierno.

“Parece que hay cierta estrategia del PP. Con la dana, ocurrió que hay una forma de actuar parecida a catástrofes anteriores, desde el 11-M al Prestige. De primeras se niega, luego se desinforma: a través de medios de comunicación entonces, y ahora a través de medios, portales web y redes sociales. La estructura es la misma, pero la dimensión y el impacto es diferente”, añade.

De asesor a agitador

“Los partidos se han acostumbrado a tapar sus carencias en tiempos de crisis con códigos que no son los suyos”, apunta el consultor de Asuntos Públicos de Atrevia, David Sabater, en referencia a este tipo de noticias falsas, que cada vez con más frecuencia son espoleadas desde las propias formaciones políticas. “Se lanzan a poner de lado su responsabilidad activando sus maquinarias mediáticas, cada vez más potentes”, añade alertando de un giro en los perfiles que buscan los partidos o incluso las instituciones, cada vez "menos técnicos" y más "activistas".

En ese sentido, Sabater advierte de que los partidos tradicionales corren riesgos sumándose a esta nueva dinámica, impulsada por la extrema derecha y sus satélites mediáticos, ya que fomenta desconfianza en unas instituciones que tal vez ahora no ocupan, pero a las que aspiran a volver. “Si combates a tu rival con códigos que minan la legitimidad de las instituciones, cuando vuelvas a ellas lo sufrirás tú. Va en su contra. Han decidido sumarse a este nuevo ecosistema en lugar de combatirlo, pero no se dan cuenta de que van a perder”.

La politóloga Anna López, autora de “La extrema derecha en Europa” señala que junto a la desinformación institucional que inauguró Donald Trump, se suma esa ola de bulos, la que utiliza canales alternativos. El Gobierno, tratando de abrir un cortafuegos, ha puesto en marcha la campaña ‘stop bulos’. “Junto a la desinformación institucional del PP en varias cuestiones (que no llegaban los militares a la emergencia, que no se había pedido ayuda europea, o que se habían reducido los recursos de aviones del Ministerio de Transición Ecológica), el Gobierno ha detectado a los grupos habituales de negacionismo climático, revisionismo histórico y el discurso antisistema”.

¿Sumarse a la ola o combatirla?

“España arde donde hay tierras raras mientras el Gobierno calla”, proclama el portal de noticias de Javier Negre, agitando una de las teorías conspiranoicas de estos días que, bajo la cobertura de ‘webs’ de apariencia profesional, campa por las redes.

Sabater considera que haber implantado esta cadencia informativa es el gran triunfo del movimiento de extrema derecha populista global. “Han conseguido convertir en estándar lo que antes era marginal: que el ciudadano recurriera a fuentes no contrastadas para informarse, o que se tome en serio a personas no autorizadas en según qué campos. Cualquiera puede ser una fuente válida, es la desjerarquización de la información”, subraya.

En esa victoria, hay otro factor “fundamental” para Sabater: el desprestigio de los medios de comunicación tradicionales que viene agitando el movimiento ultra. “Son percibidos ahora como correas de traslación del poder y de versiones oficiales. En cambio, paradójicamente, fuentes alternativas son consideradas de forma errónea como libres y desinteresadas. Ha habido un ejercicio de socavar de la legitimidad mediática muy potente por parte de la derecha alternativa. Y ese es su éxito, conseguir que los medios sean sospechosos de servir a poderes fácticos y que todo el conjunto de influencers y agitadores, que tienen tendencias y objetivos muy claros, sean vistos como ciudadanos libres y que no rinden cuentas ante nadie”.

El mercado sí actúa

¿Cómo se defiende la democracia de un enemigo, la mentira, que viaja mucho más rápido, más lejos, y en más direcciones, que la verdad? La profesora Aída Vizcaíno recuerda el caso, en el origen del internet que hoy conocemos, de las plataformas de descarga de música, como Napster, que la industria logró tumbar en 2001. “Cuando vemos cuestiones vinculadas a lo comercial no vemos que el mercado dude mucho. Pero en términos de democracia y política, que son más complejas y requieren unas garantías (no cierras una web porque sí, porque puede colisionar con derechos fundamentales), eso no implica que pueda haber procedimientos, voluntades e intereses que puedan acelerar”, señala.

“Cuando comparas la política y el mercado, éste tiene una velocidad que se podría utilizar en el ámbito político sin perjuicio de las garantías constitucionales, que en ocasiones pueden ralentizar pero no tanto. ¿Por qué medios digitales que a todas luces están generando odio no se les cierra con la misma contundencia?”. Vizcaíno recuerda las estructuras empresariales detrás de la desinformación.

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