El ‘incendio’ llega a las redes: el peligro de institucionalizar los bulos
Las 'fake news' y la desinformación de estos días muestran un cambio de paradigma en política que ya se vio con la dana o el covid: “Los partidos se han sumado al nuevo ecosistema en lugar de combatirlo y no se dan cuenta de que van a perder”

Feijóo, con Alfonso Rueda, en los incendios de Ourense. / Rosa Veiga/EP
Del
donde supuestamente se acumulaban cientos de cadáveres tras la dana del (no se encontró ni un cuerpo) al mapa de minas de tierras raras que coincide (no de forma causal sino casual) con las zonas más afectadas por los devastadores incendios de este mes de agosto en el noroeste de España. Tanto da si es a lomos del barro o del humo, los bulos y la desinformación vuelven a campar a sus anchas, sobre todo en las redes sociales, ante una nueva catástrofe, y sus servicios públicos.En los últimos tiempos, además, ha surgido un problema añadido, de cuño trumpista: la desinformación que emana también de algunas administraciones, generando más ruido mediático y complicando más si cabe que la población pueda discernir qué información es veraz y cuál no. Se vio en la batalla del relato del 29-O, cuando se llegó a filtrar un entre dos técnicas de Aemet y el 112 a medios afines y posteriormente el Consell agitó esa información averiada, con el president Carlos Mazón a la cabeza.
“No voy a consentir que nadie intente reescribir la historia de la gestión que se ha hecho", decía este miércoles la directora general de Protección Civil del Gobierno, Virginia Barcones. Parece que esta vuelve a ser la cuestión estos días. “La duda y la desconfianza generan un clima que cuestiona el relato, de datos y de hechos. Con esta estructura de bulos y desinformación (también oficial) el debate se queda ahí, en la polarización y el hastío, y no se entra a la gestión de la política pública, que es lo importante”, apunta la profesora de Ciencia Política de la UV, Aída Vizcaíno. Este miércoles, por ejemplo, trascendió que Castilla y León, gobernada por el PP, tenía medios estatales infrautilizados mientras pedía más recursos al Gobierno.
“Parece que hay cierta estrategia del PP. Con la dana, ocurrió que hay una forma de actuar parecida a catástrofes anteriores, desde el 11-M al Prestige. De primeras se niega, luego se desinforma: a través de medios de comunicación entonces, y ahora a través de medios, portales web y redes sociales. La estructura es la misma, pero la dimensión y el impacto es diferente”, añade.
De asesor a agitador
“Los partidos se han acostumbrado a tapar sus carencias en tiempos de crisis con códigos que no son los suyos”, apunta el consultor de Asuntos Públicos de Atrevia, David Sabater, en referencia a este tipo de noticias falsas, que cada vez con más frecuencia son espoleadas desde las propias formaciones políticas. “Se lanzan a poner de lado su responsabilidad activando sus maquinarias mediáticas, cada vez más potentes”, añade alertando de un giro en los perfiles que buscan los partidos o incluso las instituciones, cada vez "menos técnicos" y más "activistas".
En ese sentido, Sabater advierte de que los partidos tradicionales corren riesgos sumándose a esta nueva dinámica, impulsada por la extrema derecha y sus satélites mediáticos, ya que fomenta desconfianza en unas instituciones que tal vez ahora no ocupan, pero a las que aspiran a volver. “Si combates a tu rival con códigos que minan la legitimidad de las instituciones, cuando vuelvas a ellas lo sufrirás tú. Va en su contra. Han decidido sumarse a este nuevo ecosistema en lugar de combatirlo, pero no se dan cuenta de que van a perder”.
La politóloga
señala que junto a la desinformación institucional que inauguró Donald Trump, se suma esa ola de bulos, la que utiliza canales alternativos. El Gobierno, tratando de abrir un cortafuegos, ha puesto en marcha la campaña ‘stop bulos’. “Junto a la desinformación institucional del PP en varias cuestiones (que no llegaban los militares a la emergencia, que no se había pedido ayuda europea, o que se habían reducido los recursos de aviones del Ministerio de Transición Ecológica), el Gobierno ha detectado a los grupos habituales de negacionismo climático, revisionismo histórico y el discurso antisistema”.¿Sumarse a la ola o combatirla?
“España arde donde hay tierras raras mientras el Gobierno calla”, proclama el portal de noticias de Javier Negre, agitando una de las teorías conspiranoicas de estos días que, bajo la cobertura de ‘webs’ de apariencia profesional, campa por las redes.
Sabater considera que haber implantado esta cadencia informativa es el gran triunfo del movimiento de extrema derecha populista global. “Han conseguido convertir en estándar lo que antes era marginal: que el ciudadano recurriera a fuentes no contrastadas para informarse, o que se tome en serio a personas no autorizadas en según qué campos. Cualquiera puede ser una fuente válida, es la desjerarquización de la información”, subraya.
En esa victoria, hay otro factor “fundamental” para Sabater: el desprestigio de los medios de comunicación tradicionales que viene agitando el movimiento ultra. “Son percibidos ahora como correas de traslación del poder y de versiones oficiales. En cambio, paradójicamente, fuentes alternativas son consideradas de forma errónea como libres y desinteresadas. Ha habido un ejercicio de socavar de la legitimidad mediática muy potente por parte de la derecha alternativa. Y ese es su éxito, conseguir que los medios sean sospechosos de servir a poderes fácticos y que todo el conjunto de influencers y agitadores, que tienen tendencias y objetivos muy claros, sean vistos como ciudadanos libres y que no rinden cuentas ante nadie”.
El mercado sí actúa
¿Cómo se defiende la democracia de un enemigo, la mentira, que viaja mucho más rápido, más lejos, y en más direcciones, que la verdad? La profesora Aída Vizcaíno recuerda el caso, en el origen del internet que hoy conocemos, de las plataformas de descarga de música, como Napster, que la industria logró tumbar en 2001. “Cuando vemos cuestiones vinculadas a lo comercial no vemos que el mercado dude mucho. Pero en términos de democracia y política, que son más complejas y requieren unas garantías (no cierras una web porque sí, porque puede colisionar con derechos fundamentales), eso no implica que pueda haber procedimientos, voluntades e intereses que puedan acelerar”, señala.
“Cuando comparas la política y el mercado, éste tiene una velocidad que se podría utilizar en el ámbito político sin perjuicio de las garantías constitucionales, que en ocasiones pueden ralentizar pero no tanto. ¿Por qué medios digitales que a todas luces están generando odio no se les cierra con la misma contundencia?”. Vizcaíno recuerda las estructuras empresariales detrás de la desinformación.
levante EMV
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada