La imagen final de
Podemos no es La Gran Alternativa. Antes bien, se retratan como partido aislado con los apoyos poco honrosos de ERC y
Bildu -"sólo le apoyan los que quieren demoler
España", atizó
Rivera- y acabaron pidiendo oxígeno al PSOE para no quedar centrifugados. La escenificación de su aislamiento es el alto precio de una moción mal concebida tácticamente para recibir al nuevo líder socialista a
portagayola. En definitiva, la teatralidad de los
tramabusistas no resistió la lógica parlamentaria. Se requiere demasiado voluntarismo para sostener que
Podemos ha superado el examen con nota. Aunque
Irene Montero se haya doctorado como portavoz,
Podemos no pasó la prueba. Sobre
Cataluña siguen en consignas alejadas del mínimo sentido de Estado, demasiado cerca de
Rufián y
Anna Gabriel, y
Ábalos les dio un repaso: no son fiables, con toda esa faramalla retórica de
proceso destituyente,
régimen del 78 o
referéndum desobediente, entre antisistema e inmadura.
El PP intuyó que el fracaso inevitable de
Podemos les proporcionaba a ellos una moción de confianza. Error. Si con los presupuestos alcanzaron la mitad de la Cámara fue pasándole una factura muy alta a la nación, más de diez mil millones, pero no hay confianza. La corrupción es impregnante, y (casi) nadie quiere acercarse a la marca PP: esa gaviota impregnada por el chapapote moral de la marea negra de corrupción. Rajoy, sí, brilla en los duelos parlamentarios, pero siempre leyendo y sus ironías cada vez suenan más viejunas. Está por ver si ya le bastaría con cambiar de negro. De hecho, en las réplicas,
Irene Montero fue más rápida y hábil; y lo cubrió bajo una bochornosa retahíla estructural de escándalos y nombres propios. Huyó a la economía porque, como recomendaba
Cruyff, "si no puedes ganar, asegúrate de no perder".
La percepción final -Perception is King- es que ha triunfado el marco diseñado por el PSOE:
Rajoy es censurable, Iglesias no presidenciable. En víspera, una encuesta de la Ser situaba al PP bajo la cota del 30%, al PSOE frisando el 25% y a
Podemos bajo el 20%. Los últimos sondeos apuntan esa tendencia. Y Ábalos dio la talla elevándose con un tono racional no exento de dureza. Reivindicó el legado de la Transición y el marco de la Constitución contra los aventurerismos territoriales o ideológicos. Marcó al PP lejos, y a
Podemos lo desnudó con un documento interno (Éramos pocos y parió...) y el programa que
Sánchez presentó en su investidura fallida. Rajoy ya se lo había dicho a Iglesias: "Usted tiene prisa porque otros se están recuperando". Al final Iglesias, entre los antecedentes de
Felipe y
Hdez Mancha, queda más cerca de Hdez Mancha. El PSOE marcha tranquilo a su congreso con el lema
Somos la izquierda, y, en
Twitter, Sánchez lo aclaró aún más: "#SomosLaIzquierda de gobierno frente al PP".
Podemos ya sabe que el sorpasso queda más lejos. Muy lejos.
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