Un BlaBlacar de Alta Velocidad
Tenemos la red de AVE menos utilizada del mundo. Además de invertir en infraestructuras, ¿qué tal si hacemos el tren útil y asequible para la ciudadanía?
RAQUEL ANDRÉS DURÀ Author
03/02/2018 19:26 | Actualizado a 05/02/2018 09:33
Es la foto. Parece que hay pocos pasajeros. Pero puede ser por efecto del ángulo desde el que está tomada o porque todavía faltaba tiempo para que saliera. Es el AVE de Castellón a Madrid, y según Fomento, lo usaron 1.859 pasajeros en sus primeros cuatro días. La capacidad de los convoyes es de 347 personas y circulan dos a diario en cada sentido, por lo que a priori no está tan mal (habrían sobrado 917 plazas, sin tener en cuenta los trayectos parciales, que no han ocupado todo el recorrido).
Viaje inaugural para usuarios de la nueva línea de AVE entre Castellón y Madrid (Domenech Castelló / EFE)
Ya se ha hablado mucho de que no es AVE en el Corredor Mediterráneo, de los retrasos y de la vergüenza de que uno de ellos ocurriera, precisamente, el día de la inauguración. Hoy quería centrarme en su utilidad para la ciudadanía, más allá de las medallas políticas.
En este artículo publicado en El Temps , la periodista Violeta Tena exponía que el tercer hilo genera perjuicios en el servicio de Cercanías de la línea C6, la que une València y Castellón. El trayecto ha pasado de 55 a 62 minutos de media, mientras que el más lento hacía el recorrido en 75 minutos y ahora lo hará en 87. Sin hablar de los interminables retrasos y supresión de servicios que sufrieron los pasajeros mientras duraron las obras.
Indignante, sí. Pero teniendo en cuenta que podemos viajar en tren entre ambas capitales, con un buen surtido de trenes Talgo y Euromed, que tardan unos 37 minutos, ¿por qué algunos nos empeñamos en seguir viajando en Cercanías? ¿Somos unos reaccionarios que nos negamos a aceptar el progreso?
Hay tres justificaciones obvias: por horarios (hay más), porque no todo el mundo vive en las capitales y porque es más barato. Precisamente esas tres variables hacen que quien tiene carnet de conducir y coche, se olvide del tren. En vehículo privado sales cuando quieres, desde donde vives y ahora con BlaBlaCar o Amovens el trayecto te puede salir hasta gratis. Y si eres pasajero, hay plazas desde los 4 euros. Todo un chollo y más rápido, si tenemos en cuenta que te deja cerca del destino.
También hizo números esta semana el senador de Compromís Carles Mulet, cuando mandó un comunicado indignado por el retraso del AVE de Castellón a Madrid. Titulamos así, pero es que la cosa es más grave: llegó a la conclusión de que ir en coche de su casa al aparcamiento del Senado le costaba lo mismo que desplazarse a la estación, subir a bordo, bajar en Atocha y acudir a la Cámara Alta. Por tanto, ningún ahorro en este sentido, aunque sí me gustaría reivindicar el tiempo aprovechable que tienes en un tren y que pierdes conduciendo.
Por otro lado, el precio no tiene parangón. El senador pagó 129 euros, pero es que encima viajaron tres personas juntas, lo que ascendió a 387 euros. En coche les habría costado unos 15 euros por cabeza; la diferencia es abismal.
Ni ahorro temporal ni económico para el viajero. ¿Nos rebotamos contra el tren, contra el AVE y contra el Corredor Mediterráneo? No. Existe un coste, el más elevado de todos los que he hablado, que tiene el coche (y hasta el avión): el impacto medioambiental, el que ahoga nuestras finanzas y con el se nos acaba el tiempo como sociedad. El gran problema es que, una vez más, la presión recae sobre el consumidor y es a quien le toca hacer el esfuerzo y sacrificarse por el bien común, pagar más para contaminar menos (¿no era al revés?). Y no todo el mundo puede o se lo quiere permitir.
Necesitamos un cambio estructural en nuestra manera de desplazarnos, y eso no puede venir solo de la conciencia individual, sino de un cambio de modelo público. Está bien invertir millones y millones de euros construir las infraestructuras necesarias para un ferrocarril de alta velocidad, y más en el relegadísimo Corredor Mediterráneo -que de momento se acerca más a los calamares fritos de la plaza Mayor de Madrid que a los que surcan el mediterráneo-.
¿Pero qué tal si hacemos el tren, además, útil y asequible para la ciudadanía? Si tenemos la red de alta velocidad menos utilizada del mundo, algo falla. Una apuesta real por el AVE implicaría subvencionar sus precios, abaratarlo para la ciudadanía. Ahí tenemos, por ejemplo, el caso de las solicitadísimas mesas de cuatro del AVE Madrid-Alicante, donde pasajeros desconocidos hacen compras conjuntas para que les salga más barato. Una especie de BlaBlaCar de alta velocidad.
¿No se puede invertir en potenciar el uso del tren en lugar de en construir más accesos viarios en las ciudades, fomentando así el coche, como vemos ahora en València con la V-30 (la que viene de Castellón y Barcelona)? AVE sí, pero para todos y sin perjudicar a Cercanías.
http://www.lavanguardia.com/local/valencia/20180203/44467354339/blablacar-alta-velocidad-raquel-andres.html
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