El auge de las instalaciones fotovoltaicas incrementa la posibilidad de incendios: la seguridad, el mantenimiento y la gestión del entorno son esenciales para evitar desastres
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En julio de 2024, hace casi un año, la localidad cacereña de Talaván se sobresaltó ante un importante incendio forestal. Las llamas devoraron rápidamente una zona de pastizales y obligaron a movilizar 95 efectivos, incluyendo medios aéreos y maquinaria pesada. Llegó a activarse el nivel 1 de peligrosidad por el riesgo que suponía para personas e inmuebles y el balance final fue de casi 900 hectáreas calcinadas. Sin embargo, la peculiaridad de este fuego estuvo en su origen: se inició en una planta fotovoltaica.
elConfidencial
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