
Mazón piensa que el tiempo juega a su favor. / EFE
El
tocó aparentemente fondo en las semanas siguientes a la Gran Riada, en las que sus propias encuestas no le daban más allá de 28 diputados. Eso significaba un desplome brutal: 12 escaños menos de los que ahora tiene, tres por debajo de los que el partido todavía logró retener cuando Alberto Fabra perdió el pero, sobre todo, veinte menos de los que los mismos sondeos le estaban augurando hasta el mismo día de la . Por decirlo gráficamente, se levantó el 29O como máster del Universo y se acostó como un perdedor.En esas encuestas se constataba que el PSPV sufría. Pero menos: una pérdida, en el peor de los casos, de un par de escaños. Y quienes claramente se beneficiaban de la situación eran, por la izquierda,
, y por la derecha , ambos superando la veintena de diputados en los pronósticos. En todo caso, lo que esos sondeos reflejaban no era un juego de suma cero. No era simplemente que lo que perdía el PP lo ganaba Vox y lo que se dejaba por el camino el PSOE se lo llevaba Compromís. El resultado final era relevante porque suponía poner por primera vez en esta legislatura al bloque progresista por encima del de derechas. El típico y tópico reparto de escaños 50/49, sólo que con ese 50 que da la mayoría anotado en el casillero de la izquierda.Transcurridos más de cien días desde la catástrofe, los socialistas siguen aguantando razonablemente bien el tirón, pero el PP también ha empezado a recuperarse. Ha remontado cuatro escaños, según sus propias mediciones, a costa de Vox, que sigue anotando un resultado notable (de los 13 diputados que ahora tiene, a un mínimo de 17 si las elecciones fueran mañana), pero no logra sumarse a la tendencia que la ultraderecha está marcando en el conjunto de
. En ese global, los de Abascal son la tercera fuerza política, tras el PP Y el PSOE. En la , sin embargo, siguen siendo, pese a la dana, la cuarta. Compromís no cede la tercera plaza.Pero el marcador de los bloques, de momento, no se ha movido desde la dana. Si las elecciones se celebraran ahora, el Botànic volvería al Consell. Hay que advertir, sin embargo, sobre ese balance
de los números. No hay unas elecciones convocadas, por lo que para cualquier encuestador, por bueno que sea, es muy difícil afinar el pronóstico. Y en la Comunitat Valenciana, una vez finiquitada la etapa de las indiscutibles mayorías súper absolutas del PP, estamos hablando siempre de un resultado muy ajustado, donde apenas unos miles de votos sobre un censo de más de 3,7 millones de electores puede cambiar radicalmente el color del Gobierno.En medio de esa descarnada batalla producto del empate técnico que los sondeos señalan, la irrupción esta semana de un tercer actor, no por esperado menos disruptivo, obliga a todos a entrar en una nueva fase. Me refiero a la Justicia. En cuanto un juzgado de Catarroja (por cierto, si el TSJ no está para una tragedia de estas dimensiones, donde los afectados se cuentan por decenas de miles y las víctimas por cientos, ¿para qué está?); tan pronto como una juez de instrucción se ha puesto a hacer su
, digo, el gallinero se ha desbaratado. Nos hemos pasado la semana contemplando un debate espurio sobre si el Centro de Coordinación de es un «órgano colegiado» o tiene un responsable último. Ni una sola de las personas que perdieron su o su negocio, no digo ya aquellas que han tenido que enterrar un familiar o un amigo, tiene el más mínimo interés en eso. Pero el asunto tiene una carga política muy relevante. Porque lo que está en el fondo es que el PP da por segura la imputación de la exconsellera Salomé Pradas, y por eso se lo juega todo a la carta de que ella no sea la única investigada. El PP necesita que a su lado esté sentada, también como imputada, Pilar Bernabé, la delegada del Gobierno. Si hay banquillo, que lo haya para los dos gobiernos, no sólo para uno. Esa es la estrategia. Ese es el motivo último de este empeño por que el Cecopi sea tenido por «órgano colegiado».El tiempo juega a su favor
Mazón ha ido creciéndose conforme han pasado las semanas sin ser desahuciado. Piensa, y seguramente tiene parte de razón, que el tiempo juega a su favor. Todos sabíamos que en ningún caso iba a renunciar a la presidencia y la única duda era si el PP lo ratificaría como candidato de nuevo en las próximas elecciones. En ese dilema seguimos estando. Mazón, pero sobre todo su equipo, cree que a estas alturas no hay dudas de que volverá a encabezar la lista del PP. Pero todos los demás, empezando por los líderes de su organización, siguen pensando que para salvar la marca PP el partido debe desprenderse del lastre que el president supone. «Sin Mazón, el PP gana; con Mazón nos la jugamos todos, en Valencia y fuera de Valencia. La decisión no ofrece dudas», sostenía en privado esta misma semana un veterano dirigente popular, con acceso franco en Génova.
En su lucha por la supervivencia, Mazón tiene un horizonte de gobierno y otro de partido. Respecto al primero, el Palau da por seguro que aprobará los presupuestos de la
sin excesivas concesiones a Vox, lo que le permitirá transmitir sensación de estabilidad. Al mismo tiempo, la confrontación con el PSOE no remitirá sino que, al contrario, alcanzará cotas aún mayores que las que hasta aquí hemos visto. Mazón está dispuesto a dejar al PSOE, por primera vez en la historia, fuera de la Mesa de las Corts si los socialistas no se avienen a pactar la renovación de los órganos estatutarios de la Generalitat.La jugada es de alto riesgo, pero el president está convencido de que a estas alturas tiene más que ganar mostrándose intransigente que conciliador.
Tribus
En cuanto al partido, es paradójico constatar cómo Mazón considera que es su flanco más fuerte mientras desde fuera todo indica que es el más débil. Estamos acostumbrados a hablar de las familias del PSPV. Tenemos todos un doctorado en familiología socialista valenciana. Pero en el PP, si no hay familias, hay tribus. Y están revueltas. Y al ser ahora partido de gobierno, ese alboroto en el gallinero se traslada a la gestión. La
de , de momento mazonista, está parada, y la de Valencia, mazonista también, está en cuerpo y alma dedicada a trabajar para el Palau más que para sus municipios. Enfrente, los ayuntamientos de Valencia y Alicante, ahí es nada, son vistos por el Palau como enemigos, mientras que a los de y se les agradecen los servicios prestados. El sindiós llega al Consell, donde según el organigrama hay dos vicepresidentes que, sin embargo, están enfrentados con su presidente o, al menos, puestos en cuarentena por él. De Gan Pampols en el Palau sólo se espera, más pronto que tarde, su renuncia. Tanta gloria lleve como descanso deja, sostienen. Y de Susana Camarero ya no se fían, sobre todo después de haber comprobado cómo en proliferaban los grupos de camareristas defensores de que sea ella la próxima candidata a la Generalitat. Por si faltaba algo para completar un panorama intensamente movido, el expresidente Camps ha resucitado. Cuando no tiene una cena, organiza una . Pero empezaron cuatro y ya son cuatrocientos. Había quien se reía de él. Ahora, les preocupa. Así las cosas, el Partido Popular no celebrará el congreso regional que debía ratificar esta próxima primavera el liderazgo de Mazón. A lo largo de su historia, el PP ha suspendido muchos congresos. Pero no es habitual que lo haga cuando está gobernando. Que en esta ocasión no tenga otro remedio que aplazarlo da idea de la extrema debilidad en que los populares se encuentran.«Sabemos exactamente dónde ha estado cada uno en esta
», dicen en el Palau. Podría parecer una amenaza. Es peor: es un anticipo a cuenta. Mazón no tiene más salida que tirar para adelante, porque cualquier titubeo suyo abriría aún más la puerta a los que están empujando para derribarla y echarlo del templo. Así que tiene un negro, en cuyas páginas va apuntando nombres y días. Si no muere políticamente antes, lo utilizará para matar, políticamente, a todos los que están anotados en él. Mazón está en su propia supervivencia. Pero, convencido de que la logrará, también prepara la revancha. Atentos.Opinión | TRES EN LÍNEA
Juan R. Gil
Director general de Contenidos de Prensa Ibérica en la Comunitat Valenciana
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