Carta abierta al alcalde de la Vall d´Alba
15.09.2014 | 04:15
FERNANDO GRANDE Mayo de 2005, una pancarta y una incineradora. Ahí empezó mi lucha contra un poder absolutista en Vall d'Alba, el día que colgué una pancarta en el balcón de mi casa que decía INCINERADORA NO. Un año después los vecinos le ganamos el pulso a un todopoderoso Francisco Martínez y eso nunca lo ha olvidado. Lo hice entonces cuando no era concejal y lo seguiré haciendo ahora. Lucharé contra los abusos de poder y denunciaré las irregularidades de los que gobiernan mi pueblo, el pueblo en el que vivo hace treinta años.
Yo sé lo que tenía hace ocho años cuando entre en política: un coche y una hipoteca. Y sé lo que tengo ahora, el mismo coche y la misma hipoteca. Usted, señor Martínez, empezó con una frutería que, a la vista de su actual patrimonio, le ha ido muy, pero que muy, bien. Ahora anuncia que se va, y lo hace por la puerta de atrás, acorralado por los tribunales, imputado por graves delitos. Y es una marcha a medias, porque deja la Diputación de Castelló, pero se empeña en continuar ocupando el sillón de la alcaldía de Vall d'Alba. Y con ello, vinculando el nombre de este pueblo al de la corrupción y la mala praxis política. Hay quienes entendemos la política como servicio público al ciudadano, y otros, como usted, la usan en beneficio propio.
Los triunfos electorales legitiman para gobernar, para gestionar y para tomar decisiones en beneficio de TODOS. Pujol tenía el respaldo de las urnas. Jaume Matas tenía el respaldo de las urnas. Carlos Fabra tenía el respaldo de las urnas. Pero ganar unas elecciones no da patente de corso. Yo seguiré siendo fiel a mis ideales y a mi labor como representante público, y junto con mis compañeros de la agrupación socialista, continuaré denunciando el mal uso que hace usted de las arcas públicas de Vall d'Alba. Y me pregunto si quienes le arropan y dan cobijo, como el señor Moliner, consideran justo y ético que un imputado por tráfico de influencias, fraude y negociaciones prohibidas, pueda seguir ejerciendo como alcalde de Vall d'Alba y representando a un pueblo.
Yo sé lo que tenía hace ocho años cuando entre en política: un coche y una hipoteca. Y sé lo que tengo ahora, el mismo coche y la misma hipoteca. Usted, señor Martínez, empezó con una frutería que, a la vista de su actual patrimonio, le ha ido muy, pero que muy, bien. Ahora anuncia que se va, y lo hace por la puerta de atrás, acorralado por los tribunales, imputado por graves delitos. Y es una marcha a medias, porque deja la Diputación de Castelló, pero se empeña en continuar ocupando el sillón de la alcaldía de Vall d'Alba. Y con ello, vinculando el nombre de este pueblo al de la corrupción y la mala praxis política. Hay quienes entendemos la política como servicio público al ciudadano, y otros, como usted, la usan en beneficio propio.
Los triunfos electorales legitiman para gobernar, para gestionar y para tomar decisiones en beneficio de TODOS. Pujol tenía el respaldo de las urnas. Jaume Matas tenía el respaldo de las urnas. Carlos Fabra tenía el respaldo de las urnas. Pero ganar unas elecciones no da patente de corso. Yo seguiré siendo fiel a mis ideales y a mi labor como representante público, y junto con mis compañeros de la agrupación socialista, continuaré denunciando el mal uso que hace usted de las arcas públicas de Vall d'Alba. Y me pregunto si quienes le arropan y dan cobijo, como el señor Moliner, consideran justo y ético que un imputado por tráfico de influencias, fraude y negociaciones prohibidas, pueda seguir ejerciendo como alcalde de Vall d'Alba y representando a un pueblo.
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