La líder del PPCV se opone a la idea de Puig de reformar la Constitución, que ve como un ardid para favorecer al secesionismo
Alfons Garcia | València 01.02.2018 | 08:12
Isabel Bonig, que sonríe cuando la comparan con Margaret Thatcher, acabó su conferencia de ayer en Nueva Economía Fórum de València, con una cita de Churchill extraída de la película El instante más oscuro: «El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatídico, lo que cuenta es el valor para continuar».
Y ella y el PP valenciano, vino a decir, tienen ese valor, están «en pie», a pesar de las sacudidas de la corrupción (de la que solo habló a preguntas de los asistentes) y unas encuestas que no dan alegrías.
La arenga a la clientela interna, cuyos cargos públicos llenaban el salón del Hotel Astoria sin rostro alguno del Consell, fue uno de los tres ejes sobre los que pivotó un discurso que era especial. La compañía al lado como presentadora de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, lo demostraba.
Bonig no se escondió ante la número dos del Gobierno. Dijo que iba a ser clara y directa, y lo fue. Sin limar las aristas más radicales de su discurso, en especial en la cuestión territorial. Más bien las afiló al alertar del presunto siguiente paso de las fuerzas nacionalistas: extender su movimiento a Galicia, Baleares y la C. Valenciana y unir a Podemos y Compromís a su empeño.
En esta soterrada estrategia situó los casi dos años de gobierno de PSPV y Compromís. «Su objetivo es adoctrinar, perpetuarse y no resolver los problemas reales», dijo. «Lo más preocupante es el intento de alterar la mentalidad de los valencianos para extender ideas siempre minoritarias», añadió en un tono casi apocalíptico.
Si el gran debate en la España posterior al conflicto catalán es recentralización o federalización, Bonig se ubicó sin dudas en la primera idea. La presidenta del PPCV se declaró radicalmente en contra de la «profunda» reforma de la Constitución por la que abogaba el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, el pasado fin de semana.
Es un «melón» que rechaza abrir, porque ve un ardid para dar cabida en la Carta Magna a los nacionalismos y el riesgo de que acabe cuestionándose la monarquía o atacando el principio de soberanía nacional.
Frente a ese nuevo paso de los nacionalistas que vislumbra, pidió compromiso y movilización para abanderar «un nuevo concepto de patriotismo español», no excluyente. Un relato de país con luces y sombras que reivindica su historia «sin complejos ni aspavientos». Y que cierra el capítulo de la guerra civil. Eso pidió a los socialistas, mientras criticaba la retirada de la Cruz de los Caídos de Callosa de Segura, junto a la cual recordó haberse retratado y que defendió como mero símbolo católico.
Bonig en estado puro, imposible de encauzar por las veredas de la diplomacia política, como ya saben los habituales de las Corts. Así, definió al Consell de Puig y Mónica Oltra de «comunismo de iPhone y iPad», políticos que no creen en la tierra que gobiernan y que caen en la «confrontación permanente» con el gobierno de España (por el modelo de financiación y su «necesaria» reforma).
El tercer eje del mensaje de la presidenta del PPCV tiene que ver con su asentamiento como candidata para 2019, algo que hace unos meses llegó a ponerse en duda. Avanzó así una hoja de ruta programática que se mueve cómoda en el perfil liberal del partido.
Pasa por una «bajada masiva de impuestos» (adiós a los de sucesiones y patrimonio, dijo); supresión de nuevas agencias y «chiringuitos»; libertad educativa; plan de fomento del valenciano en zonas castellanohablantes; inmersión lingüística pero en inglés, e impulso a la natalidad con 600 euros de deducción durante 5 años desde el primer hijo. Esa parte fue en la que puso el foco el partido después.
http://suscriptor.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2018/02/01/bonig-ensena-cartas-radical-patriotismo/1673649.html
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