“¿Cuántos interruptores hay que desconectar en nuestro cerebro para matar? La falta de memoria descompone los cuerpos. El olvido. No saber. No preguntar. ¿Quién se acuerda de los muertos cuando se acepta que la muerte es la única regla del juego? ¿Cuánta ignorancia hace falta para matar y para seguir matando?”. Así empieza el documental Experimento Stuka, de Rafa Molés y Pepe Andreu (Suica Films).
“Un hombre desconocido compra unas sardinas y las regala a unos niños que juegan en la Plaza de Los Luceros. Los niños se fían del hombre y de sus palabras acerca de una abundante pesca que pronto llegaría al Mercado de Abastos. El rumor no tarda en expandirse por la ciudad, la gente comparte la noticia con ilusión y fe. Sobre las 11 de la mañana, el Mercado de Alicante está lleno de gente”. Es la sinopsis del cortometraje El Olvido, de Xenia Grey (Horizonte Seis Quince).
Ambos vídeos, estrenados estos días, desembocan en una misma fecha marcada con sangre en el País Valencià: el 25 de mayo de 1938. Aquella jornada la aviación fascista italiana descargó sobre el centro de Alicante, sobre todo en la zona del Mercado Central, que ese día estaba a rebosar porque había llegado una poco habitual pero abundante captura de sardina; murieron más de 300 personas.
Durante la misma jornada, tres aviones de la Alemania nazi lanzaron bombas en cuatro localidades del interior de Castellón con poco valor estratégico, solo con población civil: Albocàsser, Benassal, Ares y Vilar de Canes; murieron 38 vecinas. Fue guerra sucia (¿hay alguna que sea limpia?) agraviada por la crueldad que supone bombardear espacios civiles.
Las fake news no son un fenómeno reciente. Son una constante a lo largo de la Historia y la Guerra Civil fue muy dada a sacudirse las culpas de los ataques indiscriminados contra la población civil porque eran muy impopulares. Ya lo vimos en Gernika, donde la prensa del bando sublevado insistió en que no había indicios de explosiones de bombas de aviación y que todo había formado parte de una masacre perpetuada por el ejército republicano.
En nuestro territorio también ocurrió. Hasta que la curiosidad de un profesor universitario de Física, Òscar Vives, no descubrió el porqué de los bombardeos en los pequeños municipios de Castellón, los vecinos seguían divididos sobre la autoría de la masacre. Unos, defendían que fue la aviación de Franco; otros, como recogía la prensa fascista de entonces, que la culpa era de los republicanos. Ni uno ni otro: fue un simple -y como tal, muy cruel- experimento nazi
La historia no se puede cambiar, pero sí estamos obligadas a recordarla. No solo para que no se repita, sino para ajusticiar -al menos, moralmente- a las miles de personas afectadas, asesinadas. Alicante no tuvo una mísera placa que rememorara el bombardeo en el Mercado Central hasta el año 2010, gracias al trabajo de las asociaciones por la memoria histórica. Benassal también ha retirado recientemente un monumento dedicado a un soldado alemán. Más vale tarde que nunca.
Ahora vemos cómo el nuevo gobierno del Partido Popular en Alicante ha suspendido (“congelado”, dicen) tres obras del ciclo ‘Teatro y Música de la Memoria’. Aseguran que es para reubicarlas en otros escenarios y fechas. Una polémica sin mucho sentido que era tan fácil de evitar como dejándolas como estaban. Por cierto, es el mismo partido que pidió que se suspendiera el cambio de las placas en el callejero en cumplimiento de la ley estatal de memoria histórica porque no se había tramitado como tocaba.
Esperemos que sean anécdotas. Recordemos a las víctimas de la masacre de la barbarie fascista, porque como dicen en el documental Experimento Stuka, eso no abre las heridas, porque ya están abiertas; su reconocimiento ayuda a cicatrizarlas.
http://www.lavanguardia.com/local/valencia/20180525/443803738672/25-mayo-no-debemos-olvidar-raquel-andres.html
“Un hombre desconocido compra unas sardinas y las regala a unos niños que juegan en la Plaza de Los Luceros. Los niños se fían del hombre y de sus palabras acerca de una abundante pesca que pronto llegaría al Mercado de Abastos. El rumor no tarda en expandirse por la ciudad, la gente comparte la noticia con ilusión y fe. Sobre las 11 de la mañana, el Mercado de Alicante está lleno de gente”. Es la sinopsis del cortometraje El Olvido, de Xenia Grey (Horizonte Seis Quince).
Ambos vídeos, estrenados estos días, desembocan en una misma fecha marcada con sangre en el País Valencià: el 25 de mayo de 1938. Aquella jornada la aviación fascista italiana descargó sobre el centro de Alicante, sobre todo en la zona del Mercado Central, que ese día estaba a rebosar porque había llegado una poco habitual pero abundante captura de sardina; murieron más de 300 personas.
Durante la misma jornada, tres aviones de la Alemania nazi lanzaron bombas en cuatro localidades del interior de Castellón con poco valor estratégico, solo con población civil: Albocàsser, Benassal, Ares y Vilar de Canes; murieron 38 vecinas. Fue guerra sucia (¿hay alguna que sea limpia?) agraviada por la crueldad que supone bombardear espacios civiles.
Fake news
Recordar a las víctimas no abre las heridas, ayuda a cicatrizarlas
Ahora vemos cómo el nuevo gobierno del Partido Popular en Alicante ha suspendido (“congelado”, dicen) tres obras del ciclo ‘Teatro y Música de la Memoria’. Aseguran que es para reubicarlas en otros escenarios y fechas. Una polémica sin mucho sentido que era tan fácil de evitar como dejándolas como estaban. Por cierto, es el mismo partido que pidió que se suspendiera el cambio de las placas en el callejero en cumplimiento de la ley estatal de memoria histórica porque no se había tramitado como tocaba.
Esperemos que sean anécdotas. Recordemos a las víctimas de la masacre de la barbarie fascista, porque como dicen en el documental Experimento Stuka, eso no abre las heridas, porque ya están abiertas; su reconocimiento ayuda a cicatrizarlas.
http://www.lavanguardia.com/local/valencia/20180525/443803738672/25-mayo-no-debemos-olvidar-raquel-andres.html
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