dimarts, 15 de juliol del 2025

Francisco Camps y su despacho en Génova 13

 



Publicado: 15/07/2025 ·06:00
Actualizado: 15/07/2025 · 06:00



Más allá del ataque testosterónico de Alberto Núñez Feijóo en la sesión del Congreso de los Diputados, el votante de la derecha tiene la sensación de que con el PP vive un continuo gatillazo. En Génova son conscientes, de ahí que intenten hacer alardes de marca blanca de Vox usando a un hombre templado como Feijóo como dóberman rabioso dispuesto a atacar; no quieren morder a Sánchez sino a Vox y comerse a sus votantes. Ese es el gran problema de la derecha, que su adversario no es el presidente del Gobierno sino ella misma. Viven una constante lucha entre sus almas, un caos de sensaciones espirituosas en la que uno debe luchar contra su naturaleza y otro debe dar rienda suelta a sus instintos básicos. Desde que apareciera Ciudadanos y ese perrito adorable con el que Albert Rivera se hizo un vídeo viral, y después ese can empapado por el baño de la pérdida de los diez escaños se convirtió en un el pitbull de Vox, el PP lleva años intentando volver a reconstruir la derecha que unió José María Aznar pero que dilapidó Mariano Rajoy. Primero fue Casado el que esperó en la puerta de la casa común a que llegará el hijo pródigo y ahora es Feijóo el que está de Rodríguez aguardando a que las ovejas perdidas regresen al redil.

 

Es en vano. No consiguen dar con la tecla. Como ya he dicho en alguna ocasión, el PP sigue empeñado, así lo demuestra su líder hablando como si ya fuera el presidente de gobierno a partir de 2027, en que la gente le va a votar en masa para echar a Sánchez sin calcular la posibilidad de que quizá muchos de sus potenciales votantes se queden en casa o voten a Vox. Está cometiendo los mismos errores que cometió en 2023. Mostrando un nulo respeto al partido a su derecha, olvidando que es el partido que más sube y que más fidelidad de voto tiene. Alguno de esos genios de la lámpara que ejercen de chamanes en Génova debería decírselo; Putin consultó a un chamán si debía invadir Ucrania y Feijóo debería hacer lo mismo para saber si va a estar próximamente en la Moncloa. No se quien habrá sido el Illuminati que le ha sugerido a su jefe que la forma de que Santiago Abascal se retire es ignorándolos. Debe de ser una herencia del rajoyismo, de esa filosofía estoica tardía de guardar las cosas en un cajón hasta que se evaporen. Por mucho que les duela, hasta que la derecha no tenga un partido hegemónico no conseguirán gobernar España, no por la división del voto, ya se vió como al PSOE el influjo pop de Sumar le benefició en 2023, sino porque la suma con Vox le resta votos al PP; algunos prefieren votar a la izquierda antes de que gobierne la extrema derecha.

 

Ahora que están saliendo de la caja de Pandora los sueños y pesadillas del PP, como Francisco Camps, sería un buen momento para aprovechar la energía del ex president a su favor y reclutarle para la causa nacional. Enrolar a Camps en Génova despertaría los instintos pasados del Partido Popular, proyectaría a un referente de una época que para algunos fue mejor que la actual. De hecho en Bambú, sede nacional de Vox, no ven con buenos ojos la resurrección política del ex dirigente popular, detrás de sus reservas estéticas y comprensibles se esconde una fobia a que el su rival en la derecha vuelva a sus esencias, se acerque a lo que quieren la mayoría de sus votantes, que el PP vuelva de su viaje al centro que ha terminado en una travesía hacia ninguna parte.


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